domingo, 30 de agosto de 2015

'XANTO. NOVELUCHA LIBRE', DE JOSÉ LUIS ZARATE, Y LA CHILI-NEW WEIRD

'XANTO. NOVELUCHA LIBRE',
José Luis Zárate.  Ediciones Castillo. 2015(Re-edición).

“Una novela extraordinaria. Humor, aventuras y hazañas sobrehumanas por uno de los grandes maestros de la imaginación fantástica en México.”
(Alberto Chimal sobre Xanto)

“Primero: la infantería. Soldados que despertaron ignorantes de que habían sido reclutados abrieron los ojos (los que aún los tenían), rodeados de oscuridad y tierra. Cadáveres en varios estados de putrefacción que empezaron a moverse sin previo aviso y que provocaron más de un sustazo entre los gusanos que se alimentaban de ellos. El primer batallón (el único, por el momento) se encontraba sepultado en el panteón municipal de la ciudad de Puebla. Tenían una orden precisa: reunirse al toque de diana al caer la noche: Para ello debían salir de sus tumbas, escapar de sus nichos, abrirse paso a través de las criptas.
Hubo quienes tuvieron el trabajo más elemental: sólo debían salir de sus ataúdes de madera y apartar tierra nueva. Algunos cuerpos no eran aptos para las filas, sobre todos los esqueletos que se deshacían en sus patéticos esfuerzos por avanzar como una unidad  y no como una multitud ósea; o la ceniza de los cremados que se deslizó de sus contenedores, avanzó como un viento oscuro y fue a formarse en inofensivos montoncitos grises, eso sí, dispuestos a la batalla.”
(José Luis Zárate. Xanto, Novelucha Libre)

Hace tiempo que no me topaba con una descripción tan precisa y a la vez tan divertida de los zombis, como la que encontré en el libro Xanto. Novelucha libre, de José Luis Zárate.
Cuando joven, soñaba con alguna novela que combinara el cine de luchadores y de terror mexicano de serie B de los 50s y 60s, con los monstruos de Lovecraft, los chistoretes de Terry Pratchett, los films noir y las novelas pulp de ciencia ficción, “sabiendo”, según yo, que nunca encontraría producto literario tan deleitable y absurdo, que era un sueño guajiro, una chaqueta hipsterchaira, como la de que hubiera justicia social en México, y cosas así… Pero la que resultó guajira fue mi sabiduría, porque SÍ existe dicha novela.
Y es de factura poblana. ¡Agüelito, soy tu nieto!
El libro se deja leer en una sentada (lo cual es un decir: me la eché aproximadamente, sacando cuentas, en unas ocho sentadas de viaje en micro). Se agradece una novela cuya trama se desarrolle en una ciudad real del país, y qué mejor que leer esta novelucha libre mientras el microbús me pasea morosamente por las mismas calles y barrios que pinta la narración.
Pero aún más se agradecen los personajes, tanto los secundarios (los memorables Acevedo, el fotógrafo de nota roja, y Conchita, la ‘ñora’ de las  limpias), como, sobre todo, los protagonistas. Porque el muchacho chicho de la película gacha es, nada más y nada menos, que Xanto, el enmascarado de oro, el ídolo de las multitudes! Así es, señoras y señoras, Xanto es un homenaje a Santo, el enmascarado de plata, el luchador y actor que en alrededor de cincuenta películas combatió contra marcianos, mujeres vampiro, mujeres lobas, zombis, doctores chiflados, profanadores de tumbas, frankesteins, lloronas, karatecas, brujas, asesinos de la televisión y demás calaña maldadosa, uno de los principales iconos del cine fantástico mexicano.
(Aprovecho para mencionar dos películas de El Santo que asegún yo ningún friki que se precie de serlo debería perderse: El Hacha Diabólica (1964) y El mundo de los muertos (1969, acompañado del gran Blue Demon, ¡arriba los rudos!)
Y en la otra esquina, sus enemigos: los Dioses-Monstruo de más allá de las dimensiones, las fuerzas de la Gran Oscuridad, El Visitante y su lovecraftiana cohorte de demonios.
Una novela publicada por primera vez en 1994 que se adelantó a la new weird y a otras corrientes “postmodernas” de la literatura fantástica. Ahora son comunes los relatos con superhéroes o con monstruosos primos lejanos de Cthulhu, pero en aquel año, el escribir sobre esos temas, al menos en México, era tan culposo como el haber pertenecido al clan Mason, o al de Sergio Andrade.
El autor, José Luis Zárate, es por derecho propio uno de los grandes de la literatura fantástica en el país. Junto con Horacio Gerardo Porcayo (Autor de la primera novela ciberpunk mexicana: La primera calle de la soledad, de 1993) fue el animador dela revista electrónica de ciencia ficción La langosta se ha posado.
El primer libro que leí de Zárate fue Hyperia (1999), cuentos de ciencia ficción que se quedan en la mente con su densa y muy lograda atmósfera. Xanto. Novelucha libre, forma parte de la trilogía de novelas “las fases del mito”, junto con La ruta del hielo y la sal (1998, sobre el conde Drácula) y Del cielo oscuro y del abismo (2001, sobre los superhéroes anglosajones). En cuanto consiga esos títulos me los chuto y los reseño aquí.
Xanto... es uno de los textos publicados a finales de siglo que abrieron nuevos caminos para la literatura mexicana y la liberaron de los prejuicios del “realismo sucio” y de la “literatura seria”. Otras novelas pioneras de aquellos años son la ya mencionada La primera calle de la soledad, así como Tiempo lunar, de Mauricio Molina (1993), o Pisot, los dígitos violentos, de Isaí Moreno (2000).
Algo que diferencia notablemente a José Luis Zárate de otros autores de México y del mundo que por esas fechas combinaban temas de terror, fantasía y ciencia ficción, es el humor. Al pesimismo nocturno de la New Weird anglosajona, llena de ciudades apocalípticas, apestosas e infames, Zárate contrapone un humor diurno y un amor sincero por su ciudad de origen y por sus lerdos habitantes.
El subtítulo del libro, “Novelucha libre”, es en sí mismo todo un manifiesto artístico de malísimas y sanas intenciones –‘No’ a la literatura preconcebida como sagrada, ‘si’ a la literatura sin culpa alguna de ser ligera de cascos-, como lo fue el título de la primera película de Peter Jackson, Bad taste (Mal gusto, 1987).
Xanto. Novelucha libre, es la película del Santo definitiva, es esa cinta que debió salir en los cines durante los noventa, pero que nunca la pasaron, porque el Santo ya había muerto.
Para la literatura, la muerte de un actor no es razón suficiente para quitarle el protagónico.
Y el Santo era mucho más que un actor.
Era el ídolo de las multitudes. El chingón de chingones.
¿Acaso hay alguien, aparte de Wolf Ruvinskis o de Black Shadow, que se atreva a ponerlo en duda?
¿Acaso existe hombre, aparte de El Santo, que pueda salvar al mundo de las mujeres vampiro y al mismo tiempo logre evitar el ahogarse en los ojos de Lorena Velázquez?
La nueva edición del libro, con buen diseño e ilustraciones del caricaturista e historietista Bef, hace aún más agradable la lectura.
Frente a mi cama, sobre una silla rota adaptada como mesita y porta-laptops, hay más novelas mexicanas escritas no hace mucho, cuya lectura ha sido gozosa y cuyas reseñas iré subiendo a este blog pasado de moda: Ciudad Espejo, Ciudad Niebla, de Gerardo Horacio Porcayo; Charras, de Hernán Lara Zavala; Las Bestias Negras, de Jaime Mesa, entre otras.
Leer Xanto, Novelucha Libre, es como ver una superproducción cinematográfica con muchos catorrazos y enredos, una historia “de monstruos y sombra” al ritmo del surf y de música de theremin.

1 comentario:

Sarah Woods dijo...
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